Carmen Cristina Charvet Montúfar junto a su esposo Leonardo Valencia y sus preciosas mellizas Manuela y Valentina |
Nota
del Editor: Junto a su hermana Ivette la conocí cuando aun era muy pequeña. Ambas
hermanas, junto a su padre Pedro Charvet Morales, solían visitar a mi madre María
Elena Charvet Morales y ella guardaba un cariñoso y fraternal recuerdo de las
dos, más aun que eran hijas del benjamín de la familia.
Mi
ocupación como periodista, mis estudios en el país y en el extranjero me
mantenían alejado del día a día familiar. Luego supe que Pedro y María Elena
habían tenido un tercer hijo: Hernán a quien
conocí hace pocos años. Esa ha sido, a breves rasgos, mi relación con
los jóvenes Charvet Montufar: total y absolutamente esporádica.
Ahora
Carmen Cristina ha tenido la bondad de enviarme un breve esbozo biográfico de
su vida, que lo había solicitado en repetidas ocasiones, como lo he hecho a
otros integrantes de la familia Charvet, con el fin exclusivo de que todos nos
conozcamos. Le reitero mi agradecimiento ese gesto y aquí lo reproduzco, con
leves cambios de forma.
Hola
Ha
pasado mucho tiempo desde que ofrecí escribir algo para el blog, muchas son las
justificaciones pero lo que se ve es el resultado, así que más vale tarde que
nunca.
Voy
a escribir sobre un tema actual y que domino totalmente, una pequeña biografía para
presentarme.
Mi
nombre es Carmen Cristina Charvet Montúfar, hija de Pedro Pablo Charvet y María
Elena Montúfar, hermana de Ivette y Hernán a quienes ya todos conocen por su
participación en el blog. Nací en Quito,
crecí y me eduqué en este hermoso país, rodeada del ejemplo y amor de mis
padres que me han sabido inculcar los más altos valores por la familia.
Desde
pequeña me gustó todo aquello que tiene que ver con la historia, la medicina y
la mecánica, no se trata que tenga alguna profesión relacionada con esos temas
pero nací con habilidades que me han vinculado y lo siguen haciendo con
ellos. Desde pequeña me gustó mucho
desarmar y armar cositas entre las cuales hay algunas que luego de mi
intervención quedaron un poquito obsoletas; he cambiado, y con los años he
pulido las técnicas de manera que si algo se dañó en casa lo puedo arreglar…..
la historia, siempre me gustó, soy buena para las fechas, las narraciones, los
nombres, y todo aquello pero decidí no hacerme una profesional en el tema,
hasta que pueda manejarlo mas bien como un hobbie; finalmente la medicina, no
la estudié porque cuando uno es “güambrita” se deja llevar por comentarios y
juicios de otras personas y al pensar en todo el tiempo que debía estudiar y
especializarme pensaba que no terminaría nunca; eso sí, la medicina casera la
conozco al revés y derecho, recuerdo todos los remedios que se han recetado y
para qué son y muchas veces logro identificar uno que otro malestar en casa,
jajajaja pero eso sí, nunca llego a la automedicación.
La
escuela la estudiamos con religiosas y cerca de salir y pasar al colegio, mis
papás me preguntaron si quería seguir con monjas o me cambiaba, no esperé mucho
y decidí que quería ir al colegio en el que estudiaron mis tías y que sabía era
el mejor que había, es así como me gradué en el 24 de Mayo; este colegio me
brindó las más hermosas experiencias, conocí mucha gente, aprendí, me divertí,
entrené, lloré, reí, fueron mis profesores personas maravillosas, muy estrictos
pero uno solamente sabe que fueron buenos cuando ya pasan los años y vemos los
resultados.
Estudié
dos carreras universitarias: Administración Turística y Psicología
Industrial. Estas dos perspectivas
profesionales me han permitido conocer diversos ambientes, personas, y lugares
a través de mi trabajo en cada una de ellas.
Gracias
a mi trabajo he podido disfrutar de una de mis pasiones, viajar. He viajado y conocido muchos lugares, aprendí
a movilizarme sola, a soltar la lengua pues estudié francés desde que tenía 9
años e Inglés más tarde. Mi papá, un
hombre maravilloso a quien ustedes ya conocen, siempre tuvo el sueño de que sus
hijos hablen el idioma de sus abuelos y que conozcamos Francia, la tierra de
nuestros antepasados. Afortunadamente
mis padres nos dieron una magnífica educación y tan pronto pude, viajé y
Francia fue uno de los objetivos principales.
Les
cuento de esta experiencia, pues fue algo muy lindo que recordaré siempre. Mi papi me había contado que cuando era niño,
él y su hermano jugaban con unos “vidrios” que terminaron siendo negativos de
fotos; estas fotos eran del primer auto que llegó al país traído por su
abuelo!! Cuando quisieron recuperar alguna prueba de lo que les digo, ya no
lograron encontrar estos “vidrios”; esta es una de las razones por las que mi
padre quería que habláramos bien francés, de manera que cuando viajemos, lo
primero que hagamos sea recorrer los pasos adecuados para obtener información
del primer auto que llegó al Ecuador y que todo sea directamente en el idioma
propio de ese país.
Efectivamente
viajé, averigüé donde podría encontrar la fábrica de autos, llegué hasta la
alcaldía y demás, lamentablemente la fábrica desapareció y los archivos se
perdieron en un incendio ocurrido hace algún tiempo atrás. No logré recuperar los documentos, pero sí
ubiqué el modelo del auto pues está o estaba en el museo del auto a las afueras
de París. Mi papá publicó una foto de
esto, además tenemos una historia de la marca y los modelos que se fabricaron
durante la existencia de la fábrica.
También
les cuento que en París, en la Place Vendome existe un almacén –boutique de
ropa- que se llama “Charvet”, cuando lo ví me emocioné muchísimo, y me dije, si
no puedo llevar la información solicitada por mi papá, tal vez encuentre algo
mejor, y sea un poco de la historia de
nuestra familia. Con esto en mente,
ingresé al almacén y con toda la seguridad del mundo conversé con la señora que
lo atendía y le pregunté si ella era la dueña o si podía hablar con el/ella; me
dijo muy seria que no lo era y que los dueños no pasaban ahí; le extendí mi
tarjeta personal y le comenté que yo venía de Ecuador y llevaba el mismo
apellido de la tienda, y esa era la razón que me llevaba a buscar a los
dueños. Luego de esto, ella cambió
totalmente, se portó muy amable, me mostró toda la tienda, -que les cuento es
muy elegante- todos los productos que manejaban y me contó que los fundadores
de la tienda la habían vendido hace años y que los dueños ya no tenían nada que
ver con la familia. Al final no dudé ni
un minuto en gastarme casi todo el dinero en souvenirs para mi padre, (ella me
regaló también algunas cositas) todo llevaba la marca, los jabones, las
corbatas, los zapatos, los pañuelos, etc., eso sumado al hermoso y pomposo
envuelto de cada cosa fue el mejor regalo para mi emocionado padre.
He
paseado por las calles de París, sus cafés, creperies, sus museos, las casas de
personajes, me he transportado en metro, a pie, en taxi, etc., y les cuento
esto no porque sea extraordinario, sino porque lo hice sola, cuando estaba en
mis “earlytwenties” y con mi gran amigo…. un mapa, claro que cada vez que en
Quito o Guayaquil quiero movilizarme escapo de perderme, jajajaja y es cuando
me pregunto, qué será lo que me pasa cuando viajo, que se me activa la brújula.
Hace
seis años me casé con un hombre maravilloso y hace un año y casi medio soy mamá de unas hermosas
bebés. Mi esposo se llama Leonardo
Valencia y mis preciosas mellizas son Manuela y Valentina. Cuando mis hijas nacieron, decidí dejar de
trabajar un tiempo y dedicarme a mi familia, al cuidado de mis pequeñitas y me
mudé a Punta Centinela en Santa Elena ya que es en donde trabaja Leonardo.
Espero
estar más en contacto y poder alimentar esta página y que en algún momento nos
ayude a reunirnos y conocernos entre todos quienes venimos de un solo tronco
“Louis Charvet Lailhacar”.
Cristina Charvet