martes, 2 de abril de 2013

Cristina Charvet Montúfar se presenta en el blog de los Charvet en Ecuador

Carmen Cristina Charvet Montúfar junto a su esposo Leonardo Valencia y sus preciosas mellizas Manuela y Valentina



Nota del Editor: Junto a su hermana Ivette la conocí cuando aun era muy pequeña. Ambas hermanas, junto a su padre Pedro Charvet Morales, solían visitar a mi madre María Elena Charvet Morales y ella guardaba un cariñoso y fraternal recuerdo de las dos, más aun que eran hijas del benjamín de la familia.
Mi ocupación como periodista, mis estudios en el país y en el extranjero me mantenían alejado del día a día familiar. Luego supe que Pedro y María Elena habían tenido un tercer hijo: Hernán a quien  conocí hace pocos años. Esa ha sido, a breves rasgos, mi relación con los jóvenes Charvet Montufar: total y absolutamente esporádica.
Ahora Carmen Cristina ha tenido la bondad de enviarme un breve esbozo biográfico de su vida, que lo había solicitado en repetidas ocasiones, como lo he hecho a otros integrantes de la familia Charvet, con el fin exclusivo de que todos nos conozcamos. Le reitero mi agradecimiento ese gesto y aquí lo reproduzco, con leves cambios de forma.

Hola
Ha pasado mucho tiempo desde que ofrecí escribir algo para el blog, muchas son las justificaciones pero lo que se ve es el resultado, así que más vale tarde que nunca.
Voy a escribir sobre un tema actual y que domino totalmente, una pequeña biografía para presentarme.
Mi nombre es Carmen Cristina Charvet Montúfar, hija de Pedro Pablo Charvet y María Elena Montúfar, hermana de Ivette y Hernán a quienes ya todos conocen por su participación en el blog.  Nací en Quito, crecí y me eduqué en este hermoso país, rodeada del ejemplo y amor de mis padres que me han sabido inculcar los más altos valores por la familia.
Desde pequeña me gustó todo aquello que tiene que ver con la historia, la medicina y la mecánica, no se trata que tenga alguna profesión relacionada con esos temas pero nací con habilidades que me han vinculado y lo siguen haciendo con ellos.  Desde pequeña me gustó mucho desarmar y armar cositas entre las cuales hay algunas que luego de mi intervención quedaron un poquito obsoletas; he cambiado, y con los años he pulido las técnicas de manera que si algo se dañó en casa lo puedo arreglar….. la historia, siempre me gustó, soy buena para las fechas, las narraciones, los nombres, y todo aquello pero decidí no hacerme una profesional en el tema, hasta que pueda manejarlo mas bien como un hobbie; finalmente la medicina, no la estudié porque cuando uno es “güambrita” se deja llevar por comentarios y juicios de otras personas y al pensar en todo el tiempo que debía estudiar y especializarme pensaba que no terminaría nunca; eso sí, la medicina casera la conozco al revés y derecho, recuerdo todos los remedios que se han recetado y para qué son y muchas veces logro identificar uno que otro malestar en casa, jajajaja pero eso sí, nunca llego a la automedicación.
La escuela la estudiamos con religiosas y cerca de salir y pasar al colegio, mis papás me preguntaron si quería seguir con monjas o me cambiaba, no esperé mucho y decidí que quería ir al colegio en el que estudiaron mis tías y que sabía era el mejor que había, es así como me gradué en el 24 de Mayo; este colegio me brindó las más hermosas experiencias, conocí mucha gente, aprendí, me divertí, entrené, lloré, reí, fueron mis profesores personas maravillosas, muy estrictos pero uno solamente sabe que fueron buenos cuando ya pasan los años y vemos los resultados.
Estudié dos carreras universitarias: Administración Turística y Psicología Industrial.  Estas dos perspectivas profesionales me han permitido conocer diversos ambientes, personas, y lugares a través de mi trabajo en cada una de ellas.
Gracias a mi trabajo he podido disfrutar de una de mis pasiones, viajar.  He viajado y conocido muchos lugares, aprendí a movilizarme sola, a soltar la lengua pues estudié francés desde que tenía 9 años e Inglés más tarde.  Mi papá, un hombre maravilloso a quien ustedes ya conocen, siempre tuvo el sueño de que sus hijos hablen el idioma de sus abuelos y que conozcamos Francia, la tierra de nuestros antepasados.  Afortunadamente mis padres nos dieron una magnífica educación y tan pronto pude, viajé y Francia fue uno de los objetivos principales. 
Les cuento de esta experiencia, pues fue algo muy lindo que recordaré siempre.  Mi papi me había contado que cuando era niño, él y su hermano jugaban con unos “vidrios” que terminaron siendo negativos de fotos; estas fotos eran del primer auto que llegó al país traído por su abuelo!! Cuando quisieron recuperar alguna prueba de lo que les digo, ya no lograron encontrar estos “vidrios”; esta es una de las razones por las que mi padre quería que habláramos bien francés, de manera que cuando viajemos, lo primero que hagamos sea recorrer los pasos adecuados para obtener información del primer auto que llegó al Ecuador y que todo sea directamente en el idioma propio de ese país.
Efectivamente viajé, averigüé donde podría encontrar la fábrica de autos, llegué hasta la alcaldía y demás, lamentablemente la fábrica desapareció y los archivos se perdieron en un incendio ocurrido hace algún tiempo atrás.  No logré recuperar los documentos, pero sí ubiqué el modelo del auto pues está o estaba en el museo del auto a las afueras de París.  Mi papá publicó una foto de esto, además tenemos una historia de la marca y los modelos que se fabricaron durante la existencia de la fábrica.
También les cuento que en París, en la Place Vendome existe un almacén –boutique de ropa- que se llama “Charvet”, cuando lo ví me emocioné muchísimo, y me dije, si no puedo llevar la información solicitada por mi papá, tal vez encuentre algo mejor, y sea un poco  de la historia de nuestra familia.  Con esto en mente, ingresé al almacén y con toda la seguridad del mundo conversé con la señora que lo atendía y le pregunté si ella era la dueña o si podía hablar con el/ella; me dijo muy seria que no lo era y que los dueños no pasaban ahí; le extendí mi tarjeta personal y le comenté que yo venía de Ecuador y llevaba el mismo apellido de la tienda, y esa era la razón que me llevaba a buscar a los dueños.  Luego de esto, ella cambió totalmente, se portó muy amable, me mostró toda la tienda, -que les cuento es muy elegante- todos los productos que manejaban y me contó que los fundadores de la tienda la habían vendido hace años y que los dueños ya no tenían nada que ver con la familia.  Al final no dudé ni un minuto en gastarme casi todo el dinero en souvenirs para mi padre, (ella me regaló también algunas cositas) todo llevaba la marca, los jabones, las corbatas, los zapatos, los pañuelos, etc., eso sumado al hermoso y pomposo envuelto de cada cosa fue el mejor regalo para mi emocionado padre. 
He paseado por las calles de París, sus cafés, creperies, sus museos, las casas de personajes, me he transportado en metro, a pie, en taxi, etc., y les cuento esto no porque sea extraordinario, sino porque lo hice sola, cuando estaba en mis “earlytwenties” y con mi gran amigo…. un mapa, claro que cada vez que en Quito o Guayaquil quiero movilizarme escapo de perderme, jajajaja y es cuando me pregunto, qué será lo que me pasa cuando viajo, que se me activa la brújula.
Hace seis años me casé con un hombre maravilloso y hace un año y  casi medio soy mamá de unas hermosas bebés.  Mi esposo se llama Leonardo Valencia y mis preciosas mellizas son Manuela y Valentina.   Cuando mis hijas nacieron, decidí dejar de trabajar un tiempo y dedicarme a mi familia, al cuidado de mis pequeñitas y me mudé a Punta Centinela en Santa Elena ya que es en donde trabaja Leonardo.
Espero estar más en contacto y poder alimentar esta página y que en algún momento nos ayude a reunirnos y conocernos entre todos quienes venimos de un solo tronco “Louis Charvet Lailhacar”.
Un abrazo,
Cristina Charvet

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