Uno de los recuerdos de mi infancia se vincula a las visitas que, junto a mis padres, realizábamos al Cementerio de San Diego, en el centro colonial de Quito: siempre que subíamos por la calle Imbabura para visitar a “nuestros muertos”, mi madre nos mostraba la enorme edificación de “
Esa edificación destacaba, sobre todo, por la enorme leyenda que en letras gigantescas daba fe de su nombre: “
El recuerdo lo he rememorado tras la reunión que el 15 de mayo mantuvimos un grupo de integrantes de la familia Charvet. Carmen Amelia Charvet Parra contó que su padre, Luis Benigno Charvet Ruales, el primer hijo de Luis Gabriel Charvet Lailhacar, era el encargado de reponer las gigantescas letras de “
Es que “
El barrio en que se encontraba, entre San Diego y
¿Y qué pasó con “
Esquina de las calles Imbabura o Calle de
Al visitar el sector se comprueba que el enorme rótulo ha desaparecido y el inmueble al que aludía se ha parcelado. Ahora son cinco casas diferentes, también de diferentes dueños. La esquinera, la más grande, en la esquina de las calles Imbabura y Pérez Quiñónez, ostenta un pequeño rótulo “
Por testimonio de los vecinos se pudo saber que hace 40 años el gran inmueble había pasado a manos de una familia Cobos, que poco a poco lo fue dividiendo y vendiendo a diferentes dueños. Por largo tiempo la casa esquinera fue un aserradero y ahora se ha convertido en casa de vivienda, parqueadero y marmolería, todo ello en un solo bloque.
Hasta aquí llegó la investigación. Sería interesante que quien conozca detalles de lo que fue “
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