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La tía Luisa Henriette junto a su esposo, Luis Silva Viteri, en una fotografía de hace pocos años |
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En las primeras horas de
la tarde de hoy, martes 18 de septiembre de 2012, rodeada de sus familiares más
íntimos, parientes y amigos, la tía Luisa, “Luchita” como se llamaba
familiarmente, recibió cristiana sepultura en el Cementerio del Batán de Quito.
Hace 47 días, sintiendo
ya el peso de sus 87 años, Luisa Henriette fue a ese mismo cementerio a
enterrar a su hermana más querida, Sara Orestila, “Tilita” como se la conocía
familiarmente, dos años mayor, que juntas habían transcurrido buena parte de
sus últimos años.
La Tilita había
enviudado de su esposo de toda la vida, Jaime Páez, el 5 de marzo de 2002. La
Luchita perdió el año pasado al que fue también su esposo de toda la vida, Luis
Silva Viteri, un buen amigo y distinguido periodista.
La vida los trajo y la
muerte se los llevó. Es la ley natural contra la cual nos rebelamos cuando nos
golpea pero que ineluctablemente se cumple para todos. Para los creyentes es
encontrarse con su Dios. Para los no creyentes es zambullirse en el vacío.
Según me he podido
informar la Luchita fue bachiller graduada en el Colegio 24 de Mayo y madrina
de bautizo del primo Jaime Augusto Páez Charvet. Había nacido en Quito el 16 de
marzo de 1925 y era la cuarta hija del hogar Charvet Morales, sin contar a los
hijos fallecidos
De la Luchita tengo
recuerdos borrosos. Yo era muy pequeño cuando mi madre María Elena, la mayor de
los hijas de Gabriel Charvet Rosales y Sara Morales Miranda, me llevaba a
visitarla en la casa en que vivía con su familia en el barrio de El Dorado.
Las primas Erica y Paola
eran muy pequeñas. La tía Luisa trabajaba en los Laboratorios Life, cerca de El
Dorado y frente a la Maternidad Isidro Ayora, en un edificio contiguo al de “La gota de leche” en
la que se amamantaba a los niños de las familias pobres.
Luego la familia Silva
Charvet pasó a vivir en el barrio de la América. Había nacido un tercer hijo,
Francisco, que murió en forma prematura, pero luego nacieron Francisco Javier,
al que siempre lo he conocido como “Pancho” y Ruth Dennise.
Posteriormente los Silva
Charvet se fueron a vivir en la Granda Centeno, en las faldas del Pichincha.
Los primos estudiaban en el Colegio Americano, el Lucho Silva trabajaba en la
Embajada de los Estados Unidos y la Luchita se dedicaba a los Q.D.
Siempre fuimos de esas
familias que se ven de tarde en tarde, pero entre la Tilita y la Luchita había
una relación indestructible. Todos los martes se encontraban religiosamente y
posteriormente lo hicieron los jueves para charlar, tomar un café o que se yo…
Los “benjamines” de la
familia Charvet Morales eran los dos varones, Juan Francisco y Pedro Pablo.
Son los tíos que sobreviven a mi madre y
a las tías Olga, Luisa, Orestila y Carmen. El uno en Ambato y el otro en Quito,
se conservan felices y contentos rodeados de nietos.
La tía Luisa, además de tres
hijas y un varón, deja ocho nietos: Quintero Silva, Oviedo Silva, Silva Charvet
y Ribadeneyra Silva. Hijos políticos: Rafael Quintero, Gonzalo Oviedo, Dolores
Charvet y Rodrigo Ribadeneyra. Ruth Denise le dio otro hijo político, Osvaldo
Rodríguez.
La tía Luisa tuvo también dos bisnietos: Elía y Teo, nietos a su vez de Paola y Gonzalo, cuya hija Ana María Oviedo Silva se casó con Jamele y tuvieron descendencia.
Una vida prolífica que
termina y muchas otras que llegan a la vida. La tía Luisa, creyente fervorosa,
se ha encontrado con su Creador, padres y hermanas. Aquí deja a deudos que, mal
o bien, la recuerdan con afecto, solamente, a la espera de ir a su encuentro.